Por la forma en que se formula la convocatoria, abierta a cualquier ciudadano, los «proyectos» no se plantean como soluciones codificadas, basadas en la experiencia profesional y las buenas prácticas, tan re- conocidas en Barcelona, sino que se abren a sensibilidades imaginativas y diferentes, sin más límites que la medida y los escasos recursos económicos disponibles. Son propuestas modestas que con altas dosis de sentido común, fruto de la práctica cotidiana de la ciudad, deben ayudar a suavizar las asperezas del espacio que nos rodea y a dar valor al paso del tiempo.